Suspiro en
vida…
Hace un año, quizás con unos cinco días menos, escribí
sobre la historia de amor que más me ha llenado el alma, la vida, el corazón y
el cuerpo.
Escribí lo que hoy concibo mi experiencia más amada, mas
vivida la mejor de mi vida... y así mismo la peor de todas hasta la fecha. Viví
el enamoramiento a ciegas ese que llena el alma minuto a minuto y que hace que
uno sienta el deseo más grande de vivir y de tener una vida soñada, perfecta...
esa que lo lleva a uno a ser incondicional... hasta impensable.
Estuve embarazada, una noticia que causó temor y algo de
miedo, pero que me llenó de vida y ganas de luchar por todo, pero sobretodo por
bebé (así lo llamamos, mientras crecía y definíamos un nombre para llenarlo de
amor por siempre). Luché incasablemente para estar sana y como creía yo
perfecta. Después de una serie de exámenes, cosas aquí y allá, malos tratos
médicos y todo un proceso de eps, bebé decidió no latir... y bueno está fue la
parte más triste, aún recuerdo ese día como si fuera ayer (frase de cajón
perfecta), cuando el doctor dijo: "no hay latido", recuerdo su mirada
los ojos aguados y a punto de estallar, su corazón latiendo a mil por hora y un
abrazo completamente desgarrador... sus palabras envueltas en llanto que solo
decían todo va a estar bien... mi llanto incesante y el doctor diciendo, mañana
váyase a urgencias.
Las lágrimas de toda mi familia, las de la familia de él
(Él era ese hombre que yo esperaba fuera para toda la vida, el papá de mi hijos
y mi compañía eterna, hoy, a este tiempo, él ya no está a mi lado y se que esto
no tiene un sentido para él.) No dije que fuera a escribir solo de bebé, han
pasado infinitas cosas, pero el principio de este escrito es bebé, ese precioso
o preciosa que me permitió la vida, que me enseñó porque ese don lo tenemos la
mujeres, porque sentir que somos capaces de dar vida nos llena el alma y nos
hace seres infinitos... o eso sentí yo.
Ha pasado un año más o menos y aún recuerdo con mucho
amor ese momento, incluso los de dolor, el momento en que sentí mi cuerpo
desgarrado por el dolor y la perdida física y real del único ser que sin
conocer me robó el alma y el corazón desde el principio y me hizo entender que
es eso del amor incondicional. Sigo pensando que fue el mejor momento de mi
vida aún ahora...
Que confirmé que quiero tener un hijo o dos, por lo demás
se que un hijo no necesita a un padre, tampoco busco un donante, pero él me
demostró que podemos solas y lo confirmo día a día con la lucha de mi mamá, las
mujeres y en especial cualquier ser humano que se lo proponga es capaz de
lograr todo, con esfuerzo y con dedicación la luna cae rendida a nuestros pies.
Hoy faltando media hora para que termine el día de mi
cumpleaños, logró cerrar este post y darle gracias al universo por tan valiosa
experiencia, que muy a pesar de su dureza me transformó en un exquisito café y
no en un duro y triste huevo (Buscar la enseñanza sobre el café, el huevo y las
zanahorias).
Espero que está corta experiencia, nos demuestre cada día
quienes somos y nos mida en millones de centímetros de amor, muchas veces no
entendemos las pruebas del universo en su momento, pero siempre cabe recordar
que cada cosa que pasa está llena de amor y sobretodo nos deja un aprendizaje íntimo.