Hay ausencias que se sienten
tan profundas en el alma que nos recuerdan que vivimos por algún motivo, son
ausencias que nos abren los recuerdos, y profundizan eso que negamos, son
ausencias que nos recuerdan ese pequeño espacio en el que no somos más que otra
ausencia de nosotros mismos, hay ausencias que son solo la libertad del
pensamiento que se escapa y sueña con pasados que no existen.
Somos ausencias de rutina,
inmersas en los juegos y dinámicas perdidas de nuestros propios sueños, pesares
y venires, se es la ausencia de los que están con sus penas y de los que se
llevan las nuestras.
Ausencias de vidas que no
fueron pero lo quisieron, son ausencias de un pasado que perturba y martiriza y
enloquece la propia ausencia del presente y engaña la del futuro juega a
ocultarse en lo profundo, para un día salir triunfante y vagabunda en sus
silencios.
De esas ausencias enemigas y
perdidas que un día se volvieron en existencias, no queda más que el vil
recuerdo que acompaña su presencia, son ausencias perdidas en la soledad de la
rutina que las aplasta en su solo lecho de existir…